La tripartición del ‘tiempo’ occidental en pasado, presente y futuro no concuerda con la experiencia andina. En quechua, existe un solo vocablo común para ‘futuro’ y ‘pasado’: ñawpapacha. Para diferenciar los dos, se usa formas de sustituto como hamuq (‘lo que viene’), qhepa (‘después’), ñawpa (‘antes’) o qayna (‘anterior’). El ‘presente’ es expresado por kunan que significa simplemente ‘ahora’ (a veces también kunan pacha: ‘tiempo de ahora’). Las formas verbales del presente y futuro ‘comparten’ las segundas personas (‘tu’ y ‘vosotros’), es decir: no existen formas específicas en el tiempo de futuro para ‘tu’ y ‘vosotros’. Para el runa/jaqi, el futuro no es algo que ‘viene’ delante, y el pasado algo que está (o se ‘va’) atrás, sino al revés: el futuro en cierto sentido está “atrás”, y el pasado “adelante”.
El tiempo andino entonces no es ‘unidireccional’ (de pasado a futuro), sino bi- o multidireccional. Para la racionalidad cíclica, el futuro realmente está atrás, y el pasado adelante; pero también viceversa. Si proyectamos un círculo y su ‘área’ en 90° hacia nosotros (es decir: lo movemos alrededor de su diámetro), vemos una línea; y si el círculo rota (como ciclo), la proyección nos da un movimiento ‘eterno’ bidireccional (hacia arriba y abajo), oscilando entre dos puntos culminantes. Para el runa/jaqi, la historia no es el campo de la realización del novum (Bloch), ni del progreso o desarrollo hacia lo ‘mejor’. Más bien, la historia es una ‘repetición’ cíclica de un proceso orgánico, correspondiente al orden cósmico y su relacionalidad.
Autor: Dr. Josef Estermman