El runa/ jaqi, antes de ser un ente racional y productor, es un ente natural, un elemento que está relacionado por medio de un sinnúmero de nexos vitales con el conjunto de fenómenos ‘naturales’, sean éstos de tipo astronómico, meteorológico, geológico, zoológico o botánico. La comunicación directa con la naturaleza en el cultivo de la tierra, pero sobre todo en las múltiples formas ceremoniales de communio con las fuerzas vitales, no permite una concepción instrumental y tecnomorfa de la misma. “El andino nunca interpuso instrumento alguno entre él y la naturaleza. Su relación con ésta es vital, ritual, casi mágica.” La chakitaklla/uysu no es tanto un instrumento, sino la prolongación del pie (chaki: en quechua) y de las manos.
Hablando de “ecosofía”, uso un vocablo griego (oikos) que tiene su topos en el ámbito económico; para Aristóteles, la ‘economía’ es la ‘ley (nomos) de la casa (oikos)’. Recupero aquí este significado etimológico (‘casa’), sin someterme al dictado ‘eco-nómico’: el universo presentado como ‘casa’ (wasi/uta; oikos), como lo hice Pachacuti Yamqui; y los elementos en él, ordenados según criterios de una sophía o ‘sabiduría’ de relacionalidad. En este sentido, el término “ecosofía” significa la ‘sabiduría andina del cosmos físico como una casa orgánicamente ordenada’. Prefiero este término al que está de moda en Occidente: “ecología”, porque ésta tiene la connotación del logos (y de la ‘ciencia’) moderno. Para el runa/jaqi, la naturaleza no se puede ‘conocer’ lógicamente, sino sólo ‘vivir’ orgánica y simbólicamente.
J.Esterman