Vida y muerte son dos aspectos complementarios de la ‘vida’ (kawsay/jakaña) en un sentido meta-individual y cósmico. El eje de la runasofía o jaqisofía andina no es la persona individual (‘yo’) y su suerte particular, sino la personería colectiva de la familia y del ayllu. Por eso, los antepasados (almas/achachilas) siguen ‘viviendo’ como miembros del grupo colectivo y son ‘presentados’ ritual y ceremonialmente como ‘espíritus’ protectores (nuna/achachila) del ayllu. También existen ‘espíritus negativos’ (soq’a, ñak’aq/kharisiri, anchanchu, awki, saqra/saxra, supay/supaya)38 que revelan un cierto trastorno en el equilibrio personal, colectivo o inclusive cósmico. No se trata de almas en un sentido estricto, sino de fenómenos ‘privativos’ que ocurren cuando la red de relaciones está severamente dañada. La irrupción del ser humano blanco con la Conquista ha dado lugar al fenómeno del ñak’aq/kharisiri (pistaco, degollador, sacasebos) como un fenómeno de ‘crisis’ y de violación del principio de reciprocidad. El ñak’aq/kharisiri supuestamente es de color blanco y agarra de noche a los runakuna/jaqinaka para sacarles el sebo (otro símbolo de la vida), con la finalidad de hacer funcionar sus máquinas, autos y hasta computadoras.
Estermann Josef – Filosofia andina.